Cómo combatir la inseguridad sexual I
¿Por qué aparecen dudas o inseguridades en hombres y mujeres a la hora de tener relaciones sexuales?
Una de las mayores fuentes de la inseguridad sexual se relaciona con las expectativas y los mandatos de la cultura relativos a lo que “debería suceder” durante el sexo o cómo “tienen que ser las cosas”. La publicidad y los medios en general nos bombardean con mensajes que nos indican cómo “debe ser” el cuerpo de una mujer o de un hombre para ser atractivos y deseables.
Cómo es una relación sexual “perfecta”. Cualquier alternativa que no se adapte específicamente a dichas características es socialmente rechazada. Esta presión social es una de las causas más importantes de las dudas y las inseguridades. Además de las altas expectativas que depositamos sobre nuestro funcionamiento y las relaciones.
Pero además, hay otra causa muy importante, que tiene que ver con una dificultad para respetar los ritmos naturales de los procesos y de los vínculos. Muchos hombres creen que deben tener relaciones sexuales con cualquier mujer disponible aunque no esté demasiado seguro de que le guste. Lógicamente, es posible que su cuerpo no responda como a él le gustaría, entonces se produce la anticipación de las dificultades en la erección, porque no sabe si funcionará y si todo estará bien y eso genera un círculo vicioso cada vez más difícil de resolver: efectivamente no tiene la erección esperada y eso lo deprime y luego se siente inseguro de que vuelva a sucederle, y así entra en un surco difícil de abandonar.
Las mujeres, por su parte, por el miedo a perder a un hombre, pueden hacer dos cosas: o se apuran en tener relaciones sexuales completas, cuando su cuerpo aún les dice que no es momento, que necesita más tiempo para conocerlo y estar segura de que le gusta y eso produce que su cuerpo se cierre y entonces “no sienten” (no se excitan o no logran conectarse con sus orgasmos). O temen que el varón las considere “poco femeninas o demasiado lanzadas” y entonces se vuelven pasivas y estáticas en sus relaciones sexuales. Además, no se dan el tiempo de conocerse, de explorar juntos qué sucede en ESE encuentro, con esos cuerpos, con las cosas que pasan ese día.
Otra de las causas fundamentales de las inseguridades es la falta de comunicación. Muchas parejas (estables u ocasionales) no suelen hablar de sexo, de sus necesidades, de sus fantasías. Y esperan que el otro adivine lo que quieren o lo que les gusta. Y el otro, que todavía no encontró la bola de cristal, hace lo que puede. Y la primera persona piensa “pero ¿por qué no me acaricia donde yo quiero?” y se frustra porque no le gusta y la otra persona percibe el disgusto y cree que hizo algo mal. Tanto hombres como mujeres pueden aprender que hablar de las necesidades tanto sexuales, como emocionales o de otra índole, puede ayudar a satisfacerlas, sin necesidad de sentir que porque el otro le dice cómo, es que él o ella hace algo mal. Cada persona es única y le gustan cosas distintas. El juego en pareja se trata de conocerse y disfrutarse. Hay que hablar, sin herir ni descalificar.
¿Cuáles son los principales motivos de inseguridad sexual que llegan a mi consulta?
En general, las inseguridades se relacionan con el “rendimiento sexual”: tener una erección cuando se la espera, alcanzar el orgasmo, los tiempos que dura la relación sexual, la forma de relacionarse con el compañero (el miedo a “es aburrido o mecánico” o “no toma nunca la iniciativa”). Esto incluye tanto la eyaculación precoz (“tengo miedo de no satisfacerla y que se busque a otro”), como la eyaculación retardada (“me asusta que piense que no me excita lo suficiente”), como los tiempos mayores que las mujeres necesitamos para la excitación y el orgasmo (no sé qué hacer para satisfacerlo y tener un orgasmo “para él”). A veces estas mujeres incluso llegan a fingir sus orgasmos para que su compañero no se sienta mal. Y ellos sienten que hacen algo mal si ella no alcanza el orgasmo.
Además, otro de los motivos presentes en las consultas es la diferencia de necesidades de frecuencia sexual en las parejas. Uno de los dos quiere tener relaciones más seguido o más veces que el otro y eso produce muchas inseguridades en ambos. El que quiere mucho porque siente (o teme) que al otro no le gusta tanto y el que quiere menos, el miedo de que el otro vaya a buscarse otro/a compañero/a sexual.
Otro motivo importante de consulta son los celos.
¿Cómo influyen el tamaño del pene y la eyaculación precoz?
El tamaño del pene es más una preocupación masculina que femenina. Una de las cosas en la que las mujeres coinciden es que lo que más deserotiza de un hombre con un pene pequeño no es tanto el tamaño, como la inseguridad que transmite al considerarlo un problema, su actitud acomplejada y poco seductora y su forma “mecánica” de emprender la relación sexual. Es mucho más erótico para una mujer estar con un hombre de pene pequeño que se siente seguro de cómo tratarla en la cama, y que usa todos sus recursos para seducirla, excitarla y acompañarla en su placer, que con uno de pene grande que no sabe qué hacer con él o es brusco y poco sensible.
El tema del tamaño, si bien no es desdeñable (tantos hombres sienten tanta inseguridad que están dispuestos a operaciones y procedimientos sumamente riesgosos para cambiar esta situación), también tiene que ver con compatibilidades. Si un hombre de pene relativamente grande se encuentra con una mujer de vagina pequeña se producirá la misma incompatibilidad genital que si fuera viceversa (un hombre de pene pequeño con una mujer de vagina grande). Aunque la vagina es un conducto flexible que se hincha y esponja durante la excitación y puede adaptarse a casi cualquier tamaño de pene, hay posibilidades de que ésta sea muy flexible y dilatada para el tamaño de él.
La eyaculación precoz es uno de los problemas serios de nuestra época y su altísima frecuencia más que tener que ver exclusivamente con el área sexual, se relaciona más con una forma ansiosa, apurada y nerviosa de enfrentar la vida. Los hombres que sufren de eyaculación precoz suelen ser personas que viven su vida con rapidez y sin disfrute, sin degustarla, probablemente coman también apurados, caminen rápido y les cueste concentrarse con presencia y lentitud en alguna actividad sosegada y tranquila. Entonces la solución no pasa por trabajar con su genitalidad (que es solamente el síntoma del problema), sino con su forma integral de relacionarse consigo mismo, con la vida y con las otras personas.
Tanto hombres como mujeres en general se relacionan con su sexualidad como si fuera un espacio de competencias, una carrera con un único objetivo: el orgasmo. La relación sexual tiene más un sentido de encuentro, de placer compartido, de conocerse, de transitar juntos un camino, con conciencia y disfrute, que de lograr llegar a una meta. Si las personas se ponen el rendimiento y el “llegar a algún lado” como único camino posible de su sexualidad, es posible que se estén perdiendo una gran parte del sendero, que tiene muchas posibilidades, sensaciones y emociones disfrutables. Para eso, se necesita estar muy conciente del propio cuerpo, de las sensaciones, de las sutilezas de las distancias y la intensidad de los toques, los aromas, los movimientos. Además, el que las personas centren su sexualidad exclusivamente en su genitalidad reduce en un altísimo porcentaje sus alternativas de exploración. Y cuando lo que sucede no es lo que esperan, se frustran.
¿Que la mujer se sienta “gorda” o no “atractiva” pueden ser un factor determinante a la hora de mantener una relación sexual?
Por supuesto que el hecho de no sentirse cómoda con su cuerpo es un factor que limita las posibilidades de disfrute. Las personas tenemos varias opciones frente a la realidad: no verla y por tanto no aceptarla, verla y no aceptarla, verla y aceptarla, y verla, aceptarla y si no nos gusta, hacer algo para cambiarla (dentro de nuestro ámbito de influencia posible). Si una mujer se siente gorda o no atractiva esta sensación puede tener su origen en una exigencia externa (la imagen de lo que deberíamos ser) o puede anclar en la certeza de que podríamos sentirnos más armónicas y a gusto con nuestra realidad corporal. Lo primero necesario es ver la realidad y aceptarla. Si no nos gusta, y podemos hacer algo para cambiarla, emprender esa acción (por ejemplo, más ejercicio físico o aprender a comer de una manera distinta, menos compulsiva). Pero antes de eso, es necesario respetar que así es nuestra realidad actual y “hacernos amigas” de este cuerpo que somos ahora.
¿Cómo se hace esto? En primer lugar, re-conociéndolo. Mirándose en un espejo con atención (a solas,
sin ropa) recorriendo con los ojos primero y con las manos después cada parte del cuerpo: la cara, el pecho, el vientre, los muslos, los glúteos, los genitales, las piernas. Y observando sin juicio de valor a quien vemos en el espejo. Usando una crema o aceite con un olor que nos guste para acariciar ese cuerpo que nos sostiene, nos alberga, nos acompaña SIEMPRE. Y aprender a hacerle caso cuando nos avisa con alguna incomodidad cuando hay algo que no nos gusta.
Solamente podemos querer a quien conocemos. Entonces, el primer paso es re-aprender a conocernos, para aprender a amarnos. Este amor (conocimiento, aceptación, respeto, cuidado) nos dará la seguridad necesaria para encontrarnos sexualmente con otra persona.
¿Una persona que tiene una pareja estable siente las mismas inseguridades que una persona que tiene relaciones ocasionales?
Las inseguridades suelen acompañar a la persona, independientemente de su estado civil o su situación de pareja, a menos que comience a trabajarlas en un proceso terapéutico o de autoconocimiento. Una inseguridad es una carencia, una situación específica en la que sentimos que no tenemos los recursos para satisfacer ciertas expectativas, propias o de la otra persona.
Cuando una persona está en pareja, estas inseguridades mutuas comienzan a jugar en una danza de relación entre ellas. Se genera una especie de equilibrio (no siempre saludable) en el que la inseguridad de uno se ve potenciada o suavizada por la seguridad o inseguridad del otro. Si ambas ven lo que está sucediendo, es posible cambiar el patrón de relación. Pero si no, puede convertirse en un círculo vicioso.
Entre las parejas, los celos suelen ser un motivo bastante frecuente de inseguridad. En realidad, los celos representan la manifestación de una inseguridad interna, que reflejamos en la persona que tenemos al lado.
En cuanto a las personas con vínculos ocasionales, cada vez que comienza una relación tiene que empezar de nuevo, a conocer a esa persona, y ver quién es y cómo se relaciona con sus propias inseguridades. Este desconocimiento puede generar una inseguridad adicional (“no sé cómo el otro tomará mis propias inseguridades y si me aceptará como soy”). Entre estas personas otro motivo de inseguridad, al no conocerse, es “¿volveremos a vernos?”, “¿le habrá gustado?”. Esto solamente puede disminuirse con el tiempo y el conocimiento o bien potenciarse con la inseguridad del otro, si no se trabajan.
¿Cuáles son las presiones que impone la sociedad que luego terminan transformándose en inseguridades?
Como dije antes, la sociedad da muchos mensajes sobre todo relacionados con la forma en que tendrían que ser los cuerpos para ser atractivos, aceptables y aceptados. Además de presionar a los varones, fundamentalmente, en relación con su rendimiento sexual. Estas presiones terminando convirtiéndose en inseguridades porque las personas en lugar de aceptar sus propias realidades se comparan con los modelos y terminan sintiéndose frustrados y carentes en el caso de que no coincidan. Podríamos enumerar las siguientes:
* Es necesario tener un cuerpo con unas medidas determinadas para que sea sexualmente atractivo.
* Un hombre siempre tiene que estar dispuesto encontrarse sexualmente con una mujer, aunque no le guste demasiado
* Mientras más personas uno es capaz de seducir, más ganador/a es
* Si un hombre es bien macho, puede tener muchas erecciones seguidas y volver a comenzar enseguida.
* El rendimiento es lo único que vale en el sexo.
* Lo más importante en una relación es el sexo.
* Sexo es igual a penetración, sin eso, no es sexo.
* La relación sexual normal es aquella en la que una vez que se consigue la excitación nunca se debe interrumpir.
* La erección es una condición indispensable.
* Toda caricia sexual debe llevar a una relación genital.
* El sexo siempre es bueno.
* La división de las mujeres en “buenas” (no sexuales) y “las otras” (que disfrutan y practican el sexo).
* La relación sexual es una real “prueba de amor”.
* El orgasmo de ambos miembros de la pareja debe ser simultáneo
* Orgasmo masculino es igual a eyaculación.
* Si una mujer no alcanza un orgasmo a través del coito, sin estimulación del clítoris, hay algo que está mal.
* Las personas somos responsables de que nuestra pareja tenga un orgasmo.
* Entre las mujeres, siempre sexo = amor.
* Paradójicamente con lo anterior, la confusión en las mujeres entre sólo buen sexo y amor. Se confunden pensando que están enamoradas cuando sólo tuvieron un buen encuentro sexual.
* La relación sexual entre dos personas que se aman tiene que darse de manera natural y espontánea.
* La relación sexual debe ser una situación de «logros». «Debemos ser productivos» (excitarnos, tener un orgasmo y producírselo a nuestro compañero/a).
* La sexualidad es una mercancía, un objeto de comercio o de intercambio.
* El funcionamiento sexual es como ocurre en la pornografía o la publicidad e incluso las películas románticas.
* Los modelos de género (lo que es ser varón y ser mujer y la forma de vincularse) no respetan las características únicas e importantes de cada persona y de cada pareja.
* Problemas de comunicación y de género que terminan convirtiéndose en “la guerra de los sexos”.
* Las personas que son diferentes no son aceptables.
* Separación de la sexualidad y el amor como experiencias que juntas pueden ser más plenas que separadas.
* No es importante cuidar el propio cuerpo desde niños.
* Dificultades en el aprendizaje del respeto por sí mismo y por las otras personas. El yo se sacrifica por un otro.
* Si me ama, nunca le gustará (mirará a) otra persona.
¿Qué consejos profesionales daría para evitar este problema?
* En primer lugar, darse cuenta de que la sexualidad es mucho más que la genitalidad. Que somos mujeres y varones sexuales y sexuados más allá de nuestros genitales. Comprender que los seres humanos somos seres corporales, emocionales, intelectuales, sociales y espirituales.
* Reflexionar sobre los motivos de inseguridad para detectar si son realmente una carencia o responden a una presión externa.
* Aprender a escuchar el propio cuerpo: cuándo sentimos placer o bienestar y cómo se manifiesta corporalmente, cuándo algo nos disgusta y poder decir que no, si hay algo que no queremos y cómo siento esta incomodidad. Hacerse caso en consecuencia. El cuerpo SIEMPRE sabe.
* Hacer una lista de todas las cosas que nos gustan de si mismo y de aquellas que no me gustan y procurar ver el lado positivo de algo que no termine de satisfacerme. Por ejemplo, si una mujer siente que sus muslos son gorditos (más de lo que le gustaría), mirarlos atentamente en el espejo para detectar la belleza de las curvas, la suavidad y textura de su piel, lo mullido de tener “de dónde agarrarse”. Si un varón siente que es inseguro porque tiene el pene más pequeño de lo que le gustaría, proponerse aprender nuevas formas de relacionarse con el cuerpo de su compañera y de sentir y proporcionar placer independientemente del tamaño o la forma.
* Mirar la publicidad y los mensajes de los medios con una mente crítica y consciente de su intención normatizante.
* Empezar a vivir la vida de manera más atenta y degustando cada instante, cada relación, cada trozo de comida o aroma, como si fuera el último.
* Aprender a relacionarnos honestamente con nosotros mismos (sin mentirnos) y con los demás, expresando con cuidado sentimientos y necesidades, sin herir.
* Pedir lo que necesitamos, de una manera sensible y calificadora (que quiere decir decirle al otro lo que encontramos bueno de él o ella), poniéndonos en contacto con nuestros propios sentimientos y sensaciones, sin dejar de percibir a quien tenemos al lado.
* Diferenciar entre el aquí y el ahora y el pasado. Las inseguridades en general provienen de experiencias del pasado (lejano o cercano). Reflexionar si la inseguridad se dispara por una situación actual o en realidad lo que me pasa es un reflejo automático de un recuerdo del pasado. Posicionarse en el presente, dándose cuenta de lo que pasa hoy y si tengo los recursos para enfrentar esta realidad con fortaleza y seguridad.
* La inseguridad y la frustración bajarán su intensidad cuando nos damos cuenta de que como somos “es así y lo acepto”. Moderar las expectativas, aprendiendo a vivir el aquí y ahora. Aceptar lo que no puede ser cambiado y proponiéndose cambiar aquello que sí se puede.
¿Cuáles son los tipos de inseguridad sexual que existen?
Podríamos hacer una clasificación según el origen. Enumeremos algunos:
Por la autopercepción o autoimagen corporal
* Sentirse gordo o delgado (más de lo deseado)
* El tamaño y forma de los genitales: pene pequeño o grande o los labios de la vulva de una u otra forma
* El tamaño de los pechos o el vientre o los glúteos
* No sentirse atractivo/a (corporal, intelectual, emocional o socialmente)
Trastornos del cortejo
* No saber cómo aproximarse romántica o eróticamente a otras personas
* No saber cómo mantener un vínculo de pareja
* Miedo a no saber qué hacer en un primer encuentro sexual
Por el desempeño en la relación sexual
* Inseguridad por la duración de la fase de excitación (tardo mucho o muy poco)
* No saber cómo provocarle excitación al compañero/a sexual
* No saber cómo satisfacer al compañero/a
* Pensar que él o ella es responsable del orgasmo de su compañero/a
* Considerar que el orgasmo originado en la estimulación del clítoris (y no por penetración vaginal) es un problema sexual
* Miedo a la falta de deseo o de excitación
Problemas en la comunicación
* No saber qué quiere o qué le gusta al otro
* Tener miedo de expresar necesidades y deseos
* Miedo de preguntar sobre necesidades y deseos
* Celos
* Perder el propio centro por miedo a que el otro/a se vaya (por ejemplo: si no me acuesto con él, aunque no quiera, se va a ir con otra)
* Tener distintos objetivos en cuanto a la sexualidad con respecto al compañero sexual (por ejemplo, él quiere sólo cama, ella quiere una relación de afecto)
* Distintas necesidades de frecuencia sexual
Otro excelente artículo querido Nacho.<br />Gracias por compartir tan buena información y estar al pendiente de tus seguidores.Estoy seguro que muchos sacaremos provecho al leerlo.Gracias.<br />Saludos,<br /><br />Amando Los