Relato por: UretraGay
Categoría: Gay-Masturbación, Juguetes
Fecha: 23/06/15

Fruta de Temporada

003Miguel era madrileño, pero plenamente consciente de sus raíces extremeñas. Sus padres, nacidos en la región de las dehesas, tuvieron que viajar a la capital estatal en busca del trabajo, el progreso y la estabilidad económica que no lograban encontrar en la tierra de sus antepasados, un nuboso día otoñal del que les separaban ya casi cincuenta años. Dejaron atrás infancia, vecinos y familia, pero no una cultura que habían querido transmitir a sus cuatro hijos, en cuya formación Miguel ocupaba el último lugar.

De su origen extremeño también era conocedor en base a la ardua labor que sus abuelos maternos realizaban cada verano, durante las dos semanas que, desde que tenía memoria, vivía con ellos en el pueblo familiar, reencontrándose con tíos, primos y otros tantos miembros del clan con los que no volvía a coincidir en otras épocas anuales, así como con un estilo de vida y un escenario rural que sería casi imposible descubrir en pleno corazón de la gran ciudad europea en que había crecido y en donde, a sus veinticinco años, confiaba seguir viviendo varias temporadas más.

Miguel se había planteado en diversas ocasiones dejar por cumplir, o al menos no consecutivamente, con la tradición estival. Sin embargo, la persuasión de sus padres, y el deseo de volver a ver a sus abuelos, hacían que no faltase a una cita a la que sus hermanos ya no se sumaban, confirmando una y otra vez su asistencia a un viaje a una región que no sabía si sentir Supuso que entre las escasas actividades que podía realizar, en mayor o menor medida con unos primos con los que pocas o ninguna afición le unían ya, estarían las largas jornadas en la piscina municipal, compartiendo espacio con miembros de pandillas con las que no se encontraba vinculado, y noviazgos políticos, unos pretéritos y otros novedosos en cada temporada veraniega.

Lo que aquel verano no le iba a ocurrir, como sí pasó en el anterior, era olvidarse en Madrid el pc portátil con su respectiva conexión a internet. Por el contrario, no dejaría atrás ni ordenador ni su nuevo móvil, con el que había estrenado tras las pasadas fiestas navideñas una ansiada conexión inalámbrica autónoma que mucho se había hecho esperar. No dejaría así de tener contacto con sus colegas, con su mundo, e inclusive podría seguir disfrutando de su perfil creado en una de las más asiduas aplicaciones de contactos entre chicos, que tan buenos resultados le había dado desde que No pensaba que en una zona rural en la que desde siempre había tenido por casi imposible dar con otro chico como él, tan acostumbrado como estaba a los lances de masculinidad que rallaban más lo grosero que lo viril, diera tan fácilmente con semejantes de género que deseaban compartir momentos de confianza sexual con otro igual. Aquella misma tarde se había logado más con intención de pasar el tiempo que con la esperanza de conocer a alguien interesante con quien dejar de disfrutar en solitario. Sin embargo, tras charlar con varios candidatos más hacia el enredo que hacia el disfrute real, vio un perfil localizado no en los rededores pero tampoco en la 001lejana distancia, de alguien cuyo seudónimo respondía a Pajamelonera, lo cual no le dejó nada indiferente. Tras saludar y compartir formalidades, preguntó por el significado de tal nick, y la respuesta obtenida fue más sorprendente aún. Aquel muchacho, con el que apenas se llevaba supuestamente dos años de edad, proponía algo que nunca se le había ocurrido practicar: follarse un melón entre los dos.

A la mente de Miguel vino una imagen que se le antojó sumamente morbosa, basada en una escena semiolvidada que deseaba rescatar de su memoria, aplastada por la gran cantidad de material pornográfico que no había dejado de saborear en los últimos años. Quiso recordar cómo, una noche cualquiera de entre aquéllas en que regresaba del botellón y las horas de marcha y asueto del fin de semana entre amigos, encendía el televisor en modo mute a altas horas de la madrugada, sabiendo de la dormición de sus padres, para visualizar la película semiamateur que colgaban cada noche en un afamado canal analógico del sur peninsular. Entre retazos de imágenes y resúmenes de escenas protagonistas de un sucedáneo de concurso cuyos masculinos participantes, desnudos y enmascarados, esperaban ansiosos poder participar follando con las chicas, tras ser elegidos de entre una fila de maromos excitados, sabía haber visto a dos jóvenes masturbarse haciendo uso de un mismo melón por turnos, sentados uno junto al otro en uno de los sofás del local arrendado para la televisiva orgía.

amateurA pesar de lo extremadamente morbosa que se le antojaba la situación, jamás se había planteado llevarla a cabo hasta aquella misma tarde. La proposición lanzada desde la aplicación le ofrecía no sólo poder romper con la rutina veraniega en que se encontraba inmiscuido desde la llegada al pueblo, sino además poder practicar una rama onanística ajena aún a su miembro viril que rompiese también con la rutina masturbatoria habitual en él. Así lo seguía considerando mientras conducía, dirigiéndose en plena noche de un extremeño agosto a un no muy distante pueblo en el que había concertado cita con un joven del que le había llamado la atención más que su físico, su predisposición hacia lo morboso.

El acuerdo al que había llegado con quien había dado Marcelo como nombre era, dada la distancia existente entre sendas poblaciones tomadas como lugar contemporáneo de residencia de ambos, encontrarse no en un respectivo pueblo ni en otro, salvando así el injusto hecho de que sólo uno de los dos tuviese que coger el coche, impidiendo además y precavidamente el poder dar con conocidos que les reconociesen y sometieran a cuestiones no deseadas. Por el contrario, se encontrarían a las afueras de un municipio de escaso número de habitantes, inclusive en verano, por cuyo rededor trascurría la vía que unía sus dos destinos domiciliarios, a mitad de camino entre Quedar para tomar algo primero con unos colegas del pueblo al final de la jornada de aquel viernes, le vendría bien para poder después, pasada la medianoche, poder coger el coche una vez llegada la hora de irse sin tener que salir ni pasar por casa de sus abuelos. Siguiendo lo planeado, llegaría Miguel pocos minutos antes de la una y media de la madrugada a una de las entradas de la población, donde, junto a un parque infantil, pudo aparcar fácilmente siendo posible ver desde su situación los coches, casi inexistentes a esa hora, que pasaran por la carretera regional que Con la puerta del conductor abierta y su pierna izquierda por fuera para poder tomar así el poco aire fresco que corría por la comarca, vio acercarse un vehículo que coincidía en sus características fundamentales con las que debía presentar el auto que traería el supuesto Marcelo.

Comprobó su acierto al observar cómo aquel transporte disminuía la marcha y dejaba su curso sobre la carretera regional para desviarse hacia el pequeño parque donde Miguel esperaba.kallum00

Mientras el otro aparcaba, Miguel salió de su coche y vio que el conductor del vehículo contrario correspondía en su perfil con el de la fotografía de encabezamiento del congénere puesta como presentación en la aplicación que les había dado a conocer.

­ Buenas noches. Miguel, ¿verdad? ­ dijo el visitante mientras salía de su vehículo, se dirigía a Miguel y le extendía la mano.

­ Sí tío. Y tú Marcelo, ¿no?

­ Exacto, pero puedes llamarme Marce. Casi todo el mundo me llama así. Así que eres de Madrid y estás aquí de vacaciones.

­ Sí, así es. En casa de mis abuelos. Y tú, ¿también estás aquí de vacaciones?

­ No, no. Yo soy autóctono, ¡jeje! Vivo con mi padres, aunque durante algunas temporadas me marcho a currar a Alicante, alojándome en casa de unos tíos que residen allí. Seguramente en septiembre me vuelva a marchar, pero mientras tanto, aquí estoy. Pero dejemos de hablar de nosotros y vamos a lo que hemos venido, ¿no tío? ­ recalcó Marce a Miguel con una sonrisa picarona y un guiño de ojo­. Echa un vistazo en el suelo del asiento del copiloto de mi coche.

kallum01Miguel se acercó hasta el destino señalado y, mirando a través de la ventanilla del asiento indicado, observó que sobre la alfombrilla del suelo yacía un melón amarillento, acompañado de ­ ¿Te gusta el material? ­ preguntó Marce.

­ Ya lo creo. Estoy deseando catarlo, ¡jeje!

­ Y bien que lo vas a catar, cabronazo. Móntate. Busquemos un sitio donde podamos estar más cómodos. No hace falta que llevemos los dos coches, ¿no crees?

­ Vale tío. Espera, que cierro el mío.

Miguel se montó en el asiento del copiloto del coche de Marce tras asegurar el cierre de su automóvil, intentando no pisar melón ni toalla. Marce, una vez los dos en el interior, arrancó y se introdujo en el pueblo por una de las pocas calles que comunicaban el interior del municipio con la vía de acceso al mismo.

­ Así que nunca te has follado un melón, ¡eh!

­ Que va tío – contestó Miguel, mientras lo cogía de entre sus piernas.

­ Lo que te has estado perdiendo entonces, ¡jeje! No tiene nada que ver con un pajote

normal. Es casi como estar follándote un chochito, un culito, o como poco una boca bien jugosa.

¡Joder! Sólo de pensarlo se me pone dura.kallum02

­ No jodas tío.

­ ¿Quieres comprobarlo?

Sin que le diese tiempo a Miguel a responder, Marce le cogió la mano y se la llevó a su

paquete, bien abultado por la erección que se había apoderado de su entrepierna.

­ ¡Uf! Sí que estás empalmado, cabrón. Y menudo rabazo que debe haber ahí, ¿no?

­ ¡Jeje! Veinte centímetros de chorizo extremeño. Mira – Marce se sacó su vergajo.

­ ¡Joder! Menudo cipotón, y menudo calentón llevas, cabrito.

Miguel se acariciaba sus genitales por encima de las calzonas, excitado tanto por la

situación que estaba viviendo, como por la idea de la inmediata follada de melón que iban a

practicar en apenas unos minutos los dos.

­ Se te está poniendo dura a ti también, ¡eh!

­ kyleSí tío. Me estoy poniendo malo de verte el rabazo y de pensar en la follada.

­ Pues no te cortes y sácatela sin miedo. Hay confianza, ¡jeje!

Miguel se entreabrió la calzona vaquera que llevaba puesta y dejó salir su endurecido falo.

­ Tú tampoco estás mal calzado, ¡eh! ­ le dijo picaronamente Marce ­. ¿Qué te parece este

Mientras se habían estado sacando y mostrando las vergas, Marce había llegado a un

camino vecinal que, alejándose del casco urbano, daba acceso a multitud de pequeños terrenos

marcados y separados entre sí por bajos y tradicionales muros empedrados. El coche quedaba al

lado de una verja de acceso lo suficientemente alejada de la vía como para poder estacionar allí el

vehículo separado de la calzada, restando aún un espacio encementado hasta la cancilla donde

Marce y Miguel pudieran jugar a lo tramado.

­ Está genial tío.

­ Pues ya está. No demos más vueltas.waterlon_gif01

Marce cumplió con sus intenciones y adentró el coche por el acceso a la finca aparcándolo allí, saliendo del vehículo una vez estacionado éste.

­ Hace una noche estupenda, ¿no crees? Además, con esta luna llena se ve estupendamente.

Coge el melón y la toalla, por favor. ¡Ah! Y una navaja que tengo en la guantera.

Miguel obedeció mientras salía él también del auto, con el melón, la toalla y la navaja indicados en las manos. Mientras los dejaba en el lugar marcado por Marce en el suelo, vio cómo el otro se bajaba las bermudas que traía y, despojándose de éstas y de los slips, los dejaba sobre el capó delantero del coche.

­ Así estaré más cómodo. Y tú deberías hacer lo mismo – indicó a Miguel mientras se dirigía hacia él, con la erecta polla valanceándose entre sus piernas ­. No sabes lo que puede llegar Miguel, cual novato que se deja guiar en la lección, repitió el despojo de su vestimenta inferior, quedando sin calzonas ni bóxers, depositados en el cemento, no lejos de él.

­ Bueno tío, pues manos a la obra. Lo primero es hacer un agujero en el melón, por uno de Miguel observaba con atención de cuclillas junto a Marce, sentado éste sobre la toalla que había abierto y tendido sobre el suelo.

­ waterlon_gif02Así, ¿ves? ­ preguntaba Marce mientras clavaba la navaja en la fruta, dibujando un círculo y horadando su interior ­. Debemos hacer un agujero lo suficientemente ancho como para poder meter la polla, y a la vez lo suficientemente estrecho para que la polla no quede bailando cuando la metas, y pueda rozar el melón por dentro. Ya está. A ver, voy a probar.

Dejando el humedecido y pringoso cuchillo sobre la toalla, Marce cogió el melón con su mano izquierda, ya convertido en juguete sexual, mientras que con la derecha asía su vergajo, orientándolo hacia la creada abertura y metiéndolo suavemente en su interior.

­ ¡Ufff! Ha quedado genial. Siéntate aquí, Miguel, y pruébalo tú.

Miguel se sentó junto a Marce sobre la toalla, tomando entre sus manos el melón que éste le ofrecía. De igual manera que el anterior, repitió la escena y metió la verga dentro de la fruta. La sensación se le antojó como extraña a la par que única. Suavidad, frescor y, sobre todo, mucho ­ Mola, ¿eh? ¡Jeje! Pues venga, dale sin miedo. Ya tienes la polla dentro. Déjala ahí, coge el melón con las dos manos y fóllatelo.

Jamás pensó Miguel que aquello pudiera resultar tan placentero. Suavemente, movía el melón a lo largo de su polla, mientras que el aire encerrado en su interior hacía sonidos que se le antojaban ventosidades, y el jugo que el roce ocasionaba bañaba su falo para, poco a poco, ir saliendo después por la abertura ocasionada. Realmente, pensó, aquello era literalmente follarse un ­ Te gusta, ¿eh? ¡Jeje!

­ No veas tío. ¡Qué pasada! Es como estar follando de verdad.watermelon_brothers

Miguel sacó la polla del melón y se lo entregó a Marce, que no había dejado de pajearse observándole en su estreno.

­ Tu turno, cabronazo. ¡Uf! Yo tengo que parar, que si sigo así pronto me correré.

­ Pues sí que estás caliente, ¡jeje!

Marce se dispuso a follarse él también el melón. Mientras Miguel se quitaba de la polla algunas pepitas que habían quedado pegadas sobre la misma, miraba cómo su compañero de juegos y mentor se ponía de rodillas sobre la toalla, introduciendo su vergajo por el mismo agujero por el que lo había metido él, jodiendo el melón con fuerza, escupiendo la fruta entre los grotescos ruidos producidos por el interior roce un sinfín de jugo y semillas que caían por la base del tronco

del rabo de Marce, escurriéndose después por sus huevos hasta caer.

­ ¡Uf! ¡Qué bueno! Hacía un año que no me follaba uno, desde el verano pasado.

­ ¡Eres todo un catador de melones! ¡Jeje! ­ le dijo Miguel riéndose en broma.

­ Sí, ¡jeje! Y ahora lo vas a ser tú también.

Marce sacó su verga del melón y, tras descansar unos segundos y sacudirse el vergajo contra la piel de la fruta, se puso en pie.

­ watermelon_sharing01Ven aquí, tío – le dijo a Miguel.

Miguel se puso en pie frente a él. Marce cogió el melón entre las dos manos, a la altura de su cipote, pero con el agujero contra él, apuntando hacia la polla del contrario.

­ Ahora, métela y fóllatelo de pie. Yo te lo sujeto.

Miguel miró a Marce a los ojos y vio cómo éste le guiñaba un ojo mientras le sonreía.

Cogió su carajo, lo introdujo en el melón y comenzó un movimiento de caderas que, partiendo suavemente, fue incrementándose en velocidad.

­ Te dije que ahora el catador de melones ibas a ser tú, ¡jeje!

Miguel siguió en su rutina un rato más mientras se reía, hasta que fue interrumpido por ­ Espera un momento tío. Es que me estás dando envidia, y sé cómo solucionarlo.

Miguel sacó la verga del juguete natural, volviéndose Marce con el melón hacia la toalla, donde permanecía la navaja. Con la misma se dispuso a hacer un nuevo agujero, esta vez por el codo contrario al ya cortado.

­ Ya está. Verás ahora.

De nuevo en pie los dos, uno frente al otro, con el melón entre ellos sustentando por ambos, introdujeron los dos sendos rabos por el agujero que cada uno tenía frente a su respectiva entrepierna. Las manos de Miguel se entrelazaron con las de Marce, mientras ambos aumentaban el ritmo y en nivel de intensidad el vaivén con que follaban la fruta compartida. Miguel miró de nuevo a su compañero a los ojos. Marce, sudoroso, le guiñó un ojo. Ambos comenzaron a gemir suavemente, cada vez más cerca el uno del otro.

­ ¡Joder! ¡Qué pasada! ­ confirmó Miguel cerca de la cara de Marce.

­ ¿Ya lo notas tío? ­ preguntó éste al primero.

­ Que nuestras pollas se están dando por dentro.

Miguel no había caído en aquella cuestión, pero no tardó en confirmar lo que Marce le estaba proclamando. Efectivamente, sendas vergas habían logrado juntarse por dentro de la fruta, en el corazón hueco de un melón repleto de pepitas que, junto al jugo, caían sin cesar resbalándose de entre los cuatro huevos y par de sacos escrotales de aquellos dos maromos.

­ ¡Joder! Tienes razón. Noto tu polla dando con la mía, como si se quisieran besar. ¡Ufff!

¡Cabrón! Parece como si en vez de follarnos el melón, estuviéramos follándonos el uno al otro,

­ ¡Jeje! ¡Pues dale caña y fóllame, cabrón!

Continuando cada vez con más ahínco en su labor, Miguel tuvo que apoyar su frente sobre la de Marce. No podía más y no iba a tardar en correrse.

­ Me voy a correr tío.

­ Yo también estoy a punto. Hagámoslo sobre el melón.002

Sacando ambos sus vergas de la fruta, la depositaron sobre la toalla y, de rodillas junto a él, Miguel y Marce se pajearon frente a frente hasta correrse a la par, en una eyaculación que parecía cronometrada. La lefa de Miguel saltó sobre la fruta salpicando la entrepierna de Marce, mientras que el semen de su contrario se esparcía por toda la piel amarillenta de aquel poco común juguete

­ ¡Joder! Menudo pajote – exclamó Miguel.

­ Dirás follada, ¡jeje!

Mientras Miguel se erguía, Marce cogió el melón y lo tiró junto a una hondonada formada junto a la cuneta del camino. Tomando la toalla, y tras sacudirla al aire, le ofreció a Miguel una de las terminaciones de la misma para que se limpiara sendos néctares vertidos entre sus genitales y muslos, manchados tanto de esperma, como principalmente del jugo pringoso que había derramado el violado melón sobre ellos.

­ ¿Qué te ha parecido?

­ De lo mejorcito, tío – le confesó Miguel a su mentor­. Hay que repetirlo.

­ Claro tío. Sabía que te gustaría. ¡Bienvenido al club de los follamelones!G

Sounding para principiantes Lección 3: anatomía de la uretra Técnicas de Masturbación 15

Un vídeo de como un joven cachas follándose a una sandia.

Related Post

4 comentario sobre «Fruta de Temporada»
  1. ¡Muchas gracias por publicar el relato! ¡Ha quedado genial! Espero que le guste a los seguidores y que con él puedan conocer una manera más de disfrutar de la masturbación, haciendo uso de la fruta de temporada. ¡Os lo recomiendo! ¡Un abrazo Nacho!

  2. Un relato muy, muy caliente.
    Esta mañana he ido al super, a comprar 2 melones amarillos, uno para comérmelo y otro para follármelo !!!
    Gracias Uretra por compartirlo con nosotros!!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

A %d blogueros les gusta esto: