Hetero Curioso Segunda parte
Hetero Curioso Segunda parte
Relato por: XYFiles
Categoría: Gay-Primera vez
Fecha: 06/04/16
Continuación de Hetero Curioso Primera parte.
Después de clase me quedé rezagado (a propósito) recogiendo mi clasificador y mi boli, así que cuando me dispuse a salir de clase quedaban pocos compañeros. A mi nuevo amiguito se le había ocurrido la misma idea, por lo que aprovechamos para salir juntos de allí sin ser vistos por demasiada gente.
Fuimos juntos a su casa en el metro, mientras tanto, hablábamos de temas algo triviales,manteniendo las apariencias. A pesar de parecer tranquilo, yo estaba muy nervioso y, a la vez, excitado por lo que estaba por venir.
Llegamos a su casa en menos de veinte minutos, sus padres no estaban («Vaya, así que lo tenía bien planeado» pensé). Le ayudé a poner la mesa mientras él terminaba de preparar la cena, espaguetis a la carbonara. Nos sentamos a cenar y conversamos.
¿Por qué haces esto? Creía que eras hetero Pregunté, tan directo como siempre.
Tengo curiosidad, y ya que te veía dispuesto… bueno, aprovecho la oportunidad, pero me considero hetero. Contestó. Su sinceridad me sorprendió, pero de esta forma tuve clara la naturaleza de nuestra relación, iba a ser un experimento, eso me hizo sentir su putita y, por extraño que parezca, me gustó la sensación. Dejé a un lado el hecho de que estuviera empalmado antes de tocarlo en el baño aquella misma tarde, no quería hacer que se sintiese cohibido.
Está rico. Dije, tras un momento de silencio.
¿Te gusta la cena? Me dijo sin poder ocultar su alegría.
No sólo la cena… Contesté con una sonrisa y una mirada pícaras, y me sonrojé.
Alex. se rió y me miró de forma cómplice.
Se nota, se nota. Te has puesto rojo. Y… bueno… a mi también me gustó lo de esta tarde. Dijo, mirando a su plato de forma pudorosa.
Eso yo ya lo había notado, salpicaste toda la pared. Dije con una sonrisa maliciosa.
Ese aspecto fue nuevo para mí. Dijo, y, de nuevo, su sinceridad me chocó un poco, normalmente los tíos se acobardaban ante mis comentarios más picantes, pero Alex no.
Continuamos con nuestra cena, y la conversación derivó a otros temas, pues tenía
conversación para todo. Entre tanto, terminamos de cenar.
¿Hace falta que te diga cuál es el postre? Preguntó con la voz más sensual que había oído en mi vida.
Ja,ja,ja. No es necesario. Contesté. Me levanté, rodeé la mesa y, justo cuando iba a besarlo, dijo:
Yogur, ese es el postre.
Ninguno de los dos pudo contener una carcajada. No sé si por el doble sentido o por la situación.
Hijo de puta. Dije. Entonces le besé.
El beso se fue volviendo más ardiente, más ansioso, más intenso. Besaba muy bien. Me acariciaba el cuello con una mano y con la otra estaba agarrado a mi culo, aunque debió de darle un poco de imprensión notar mi barba (por fin una reacción que cabría esperar), así que se separó de mí. Lejos de achantarse, me llevó a su dormitorio, un cuarto normal para un chico de dieciocho años, pero con una cama grande. Me hizo sentarme en el borde de la cama y se bajó los pantalones, aquello que había saboreado esa misma tarde apareció ante mí de nuevo en su máximo esplendor.
Ya sabes lo que hay que hacer Me dijo.
No pude evitar levantar una ceja y, mirándole a los ojos, comencé con la tarea de darle placer con mi boca. Esta vez fue diferente, mientras chupaba su polla, él se desvestía completamente y me desvestía a mí. Una vez estuvimos los dos desnudos me empujó suavemente, obligándome a tumbarme en la cama, para luego hacer que me diera la vuelta y me pusiera a cuatro patas. Yo ya estaba muy excitado, y creía que me iba a empalar allí mismo, pero se contuvo.
¿Así que te gusta torturarme haciendo que me corra cuando tú digas? Dijo mientras metía un dedo en mi ano.
¡Ahhh! Sólo lo hice para aumentar tu placer… aunque me gustó torturarte. Contesté entre gemidos, pues con su dedo ya había aprendido donde estaba mi próstata y me estaba dando un placer enorme.
Bien, pues ahora me toca a mí. Contestó, y casi pude notar su mirada ardiente en mi nuca.
Estuvo una eternidad estimulándome con su dedo mágico, mientras con la otra mano me acariciaba la espalda y el culo. Luego, se atrevió a tocar mi polla, que ya chorreaba líquido preseminal. Me masturbó un poco mientras estimulaba mi punto P, pero paró cuando estaba cerca del orgasmo.
¿Quieres que te la meta ya? Preguntó con voz dulcemente sexy.
Sí, por favor, la quiero dentro, ¡ya! Contesté, por un momento me sentí muy puto, pero aparté ese pensamiento y me dejé llevar.
Entonces me penetró, no sentí dolor alguno a pesar de su violenta entrada, pues se había puesto un preservativo y lo había cubierto todo de lubricante sin que yo me diera cuenta de nada (realmente era un tío preparado). Sentí un gran placer, así que no pude contener un gran gemido. Me agarraba de la cintura mientras me empalaba bruscamente.
Al rato, apoyó su pecho contra mi espalda y se abrazó a mí mientras me penetraba, yo me sentía en la gloria en esa postura y más aún cuando empezó a masturbarme delicadamente, el contraste entre sus violentas embestidas y su suave manejo de mi erección me volvía loco.
¡Me voy a correr! Dije casi gritando entre gemidos.
Entonces paró, en seco, dejándome con la boca abierta y cachondo como nunca. Por suerte, su propia calentura le traicionó.
Bien, pues adelante. Dijo mientras reanudaba sus movimientos.
En seguida llegué al orgasmo, un orgasmo como nunca, no paró de penetrarme ni de tocarme en ningún momento, así que no pude controlar mis gritos de placer. Y, de repente, soltó un grito grave y ronco, se corrió, me embestía aún mas violentamente durante su orgasmo, lo que me dió todavía más placer.
Caímos rendidos a la cama, yo, boca abajo, mojándome con mi propio semen que se hayaba en la sábana, él, boca arriba a mi izquierda. Se quitó el preservativo y lo tiró a la papelera. Unos instantes después me dí la vuelta, y mi extremidad favorita sorprendentemente apuntó al cielo, a pesar del trato preferente del que acababa de ser objeto.
Vaya… ha sido… impresionante… Dije, con la respiración entrecortada.
Parece que tienes ganas de más Contestó, aunque con la respiración algo más calmada. Entonces se levantó de la cama, se arrodilló junto a ella y empezó a chupar mi pene si previo aviso. Di un respingo por la sorpresa y por lo reciente de mi anterior orgasmo.
Te dije que tengo curiosidad por probarlo todo. Me dijo, y reanudó su trabajo.
No entendía cómo, pero lo hacía muy bien, chupaba mi pene como si de una piruleta se tratase, lameteaba mi glande, tocaba con su lengua mi frenillo mientras acariciaba mis testículos con una mano y con la otra me pellizcaba un pezón. En menos de dos minutos me tuvo a punto de nuevo, así que paró, como era de esperar.
¿Me enseñarás lo que se siente al ser penetrado? Me dijo, y no supe si era una pregunta o una afirmación, pero su voz me hipnotizó, asíque le dije que se pusiera a cuatro patas sobre la cama y comencé a hacerle un beso negro.
¡Oh, Dios! Y aún no estás dentro Dijo, su espontaneidad me sacó una carcajada.
Vaya, parece que te gusta todo lo que te hago con mi boca. Contesté, tentador.
Me encanta, sigue, por favor, no pares. Me dijo, y yo reanudé el beso negro.
Cuando lo tuve suficientemente dilatado, cogí un preservativo y el lubricante de encima de la mesa y me los puse. Decidí no cambiar de posición para poder controlar yo el ritmo y no hacerle daño. No obstante, el chico estaba nervioso, así que penetrarlo fue algo más complicado, a pesar del lubricante.
Relájate, no te haré daño, confía en mí. Le dije de forma tranquilizadora.
Él se relajó considerablemente, así que pude metérsela despacio hasta que mis huevos rozaron los suyos. Me mantuve quieto un momento en esa posición, dándole tiempo para que se acostumbrase a esa nueva sensación, luego, empecé a moverme suavemente, provocándole un suspiro que me confirmó que le estaba gustando más que dolerle.
A los pocos minutos de estar en esa posición le dije que cambiásemos, así que le puse boca arriba, cogí sus piernas, me las apoyé en los hombros y volví a penetrarlo (aproveché para poner más lubricante, así que fue fácil). Apoyé mis manos en sus pectorales y empecé a estimular sus pezones alternativamente con cada una mientras le penetraba con suavidad.
No podíamos parar de gemir, me estaba encantando su culo, estaba tan apretado, y a él le volvía loco mi ritmo tortuoso, lento, siempre lento…
Cuando sentí que estábamos por terminar, aceleré el ritmo, además empecé a masturbarle con movimientos circulares. En seguida, su pene empezó a gotear semen, y su esfínter empezó a contraerse rítmicamente, provocándome un placer inmenso, así que yo también me corrí.
Me tumbé en la cama a su lado, jadeante, flipando por lo que acababa de pasar.
¿Qué te ha parecido? Pregunté cuando recuperé el aliento.
No tengo palabras. Dijo, aún con la respiración acelerada.
Ja,ja,ja. Me lo tomaré como un cumplido. Dije. Al rato, me volví a vestir, me despedí de él hasta el día siguiente y me fui.