¿Les gusta el sexo a las mujeres? Técnicas de Masturbación 1

¿Les gusta el sexo a las mujeres?

Hace un tiempo -y mientras leia un libro de Steven Pinker titulado ¿Cómo funciona la mente?- me detuve en un capítulo donde el autor abordaba el tema de la supuesta promiscuidad de los homosexuales. Describía

Pinker en ese capitulo ciertos relatos de varones homosexuales que contaban sus escarceos sexuales por decenas incluyendo tanto parejas a largo plazo como encuentros puntuales y que parecian apoyar la hipótesis de que, efectivamente, los varones homosexuales son muy promiscuos.

 Pero Pinker aporta ciertos datos de estudios en psicología evolutiva, sobre todo los de David Buss para negar que los homosexuales sean más promiscuos “per se”. Lo que sucede es que son hombres -dice Pinker- aunque sean homosexuales. Para Pinker la promiscuidad es pues un rasgo característico de la sexualidad masculina, que incluye tanto frecuencia como parejas diversas. 
Si los hombres heterosexuales somos domesticamente monógamos es por algo ajeno a nuestra naturaleza: no tenemos más remedio que serlo puesto que las mujeres no son promiscuas y por ser heterosexuales no tenemos más remedio que copular con ellas de forma ordenada.
O dicho de otra forma: los hombres heterosexuales copulamos menos (y con menos parejas) que los homosexuales porque tenemos que vérnoslas con ellas.
 Pero hay más:
 Dado que hay más varones dispuestos al corto plazo que mujeres para el corto recorrido (aqui te pillo aqui te mato) es predecible que existan más prostitutas entre las mujeres que entre los hombres.. Muchos hombres heterosexuales están condenados al sexo reproductivo (e inmobiliario, aquel que tiene costes) apresados por sus monógamas y posesivas esposas, lo que da lugar a pensar que en alguna parte del inconsciente masculino existirá una profundo rencor de los hombres que ocupan las capas mas bajas de la escala social frente al género femenino y hacia los hombres que acaparan más de una pareja, es predecible que existan mas agresiones de los hombres hacia las mujeres que de las mujeres hacia los hombres y mas envidias de ciertos hombres (los que no se comen un rosco) frente a los que devoran más de un rosco y que se manifestará en malestar politico y social.
 Tanto es asi que recientemente se ha publicado un trabajo de investigación en USA sobre una enorme muestra de mujeres a fin de averiguar si efectivamente ellas tenian tantas ganas como ellos. La pregunta que se les hizo fue ésta:
¿Estaría usted dispuesta a guardar abstinencia sexual durante un año a cambio de perder esos kilos que le sobran?
Naturalmente el experimento es en realidad un experimento mental, puesto que la castidad por sí misma no tiene efecto adelgazante alguno aunque enlaza con uno de los deseos femeninos omnipresentes en toda sociedad opulenta, ¿Conoce usted alguna mujer que no haya estado alguna vez a dieta?
Tambien existía una trampa, me refiero a lo del año de plazo. En realidad si usted contesta que “si” a este cuestionario es que a usted no le interesa el sexo en absoluto, pero habia que poner algún plazo, da igual si es un año o de por vida.
El caso es que el 51% de las mujeres entrevistadas contestaron “si” a esta pregunta publicada por la revista Fitness. Y no es sorprendente aunque sí contradictorio.
 Es contradictorio porque en realidad el deseo de estar delgadas tiene que ver con el atractivo, pero ¿para qué sirve el atractivo si se renuncia al sexo? Por lo visto para las mujeres es más importante el atractivo que el sexo en sí mismo, algo parecido sucede en los hombres con el dinero o el poder: se justifican a sí mismos.

Es casi seguro de que la mayor parte de las mujeres que lean este post podrán decir que ellas no pertenecen a ese grupo de castas señoras y que no renunciarian al sexo por nada del mundo. Algunas de mis conocidas en Facebook ya han anunciado su adherencia a las prácticas sexuales (que según ellas adelgazan), lo que no dicen es qué diferencias encuentran entre las ganas de ellos y las suyas propias. Ellas hablan de técnica, de amor y de deseo tal y sobre el orgasmo femenino, algunas se quejan de la escasa profesionalidad sexual o manual del coadjutor, pero no he conocido nunca a un hombre que se queje de lo mismo en sus parejas. Digámoslo claro: a los hombres nos gustan (casi) todas, en todas las ocasiones y de todas las formas. Los hombres le hacemos pocos ascos al sexo y no es sólo para fanfarronear ante los amigos, es porque nos gusta más.

Y esa es nuestra debilidad.

Y es asi por razones evolutivas y por la manía humana de optar por la monogamia como forma de contrato reproductivo, un contrato que engloba otros contratos inmobiliarios y patrimoniales que no son evolutivos sino culturales. Hombres y mujeres tenemos planes bien distintos según nuestros intereses sexuales y de estilos de vida y es por eso que existe un desencuentro sexual que nunca se explicita del todo ocultándose sobre las máscaras de la igualdad sexual y lo políticamente correcto. Algo que eluden al menos los hombres homosexuales.

En conclusión:

A las mujeres les gusta el sexo con ciertas condiciones y desde luego detestan el sexo a corto plazo que consideran una amenaza.
A las mujeres les gusta el sexo menos que a los hombres y lo practican en general menos que ellos y con menos parejas.
La evolución favoreció la eyaculación sobre el orgasmo femenino lo que nos permite predecir que el orgasmo femenino es mas complejo y menos frecuente que el masculino.
A las mujeres les gusta sentirse atractivas lo que no se corresponde linealmente con un mayor número de coitos o parejas.
Casi la mitad de la población estudiada en la muestra preferirían adelgazar y abstenerse de relaciones sexuales obteniendo un goce suplementario egocéntrico (ser atractivas versus la cópula por si misma).

En definitiva les gusta pero menos que a nosotros.

Esta es una desigualdad más intolerable que las desigualdades económicas, políticas o sociales pues genera un poder que se ejerce desde ellas hacia nosotros y que a su vez genera desigualdades en otro ámbitos, por ejemplo la existencia de las prostitutas que carecerían de función en un mundo con libre acceso de tod@s a tod@s.

Naturalmente este paraíso utópico sexual no podrá existir nunca tal y como ya nos advirtió Marx.

Es por eso que existe la infidelidad, el engaño, los celos, la envidia, la anorexia, las pasarelas, la adicción a las compras, la publicidad, la silicona y la prostitución, la homosexualidad y el ahi te quedas, el divorcio y Berlusconi y sus lolitas pagadas con fondos publicos, los engaños sentimentales y los autoengaños del amor, las cadenas del BDSM y las hipotecas.

Somos como somos, muy Sapiens.

Los hombres dicen: ‘A las mujeres, el sexo les interesa muy poco’

Una de las quejas más frecuentes de muchos hombres casados, es que su esposa ‘casi nunca quiere’ y argumentan que seguido ellas ponen excusas, aparte del consabido dolor de cabeza, para no tener relaciones sexuales.

¿Pero tal queja tendrá argumentos válidos o simplemente es una cortina de humo para tapar un falso machismo o para una presunción ante quienes les escuchan? ¿Qué tan cierto es esa aseveración de algunos ‘machos’ en el sentido que a las mujeres les interesa menos el sexo que a los hombres?
Tal vez esta última pregunta -con carácter de aseveración- está mal formulada, ya que al hacerla se da por sentada la idea falsa de que a la mujer poco o nada le importa el sexo. Algunos estudios hechos a mujeres de diferentes edades, demuestran que ¡NO! es verdad que a las mujeres les interese menos el sexo que a los hombres.

Lo que sí puede ser es que las experiencias personales de algunos hombres les hayan probado lo contrario, pero no por ello debería generalizarse pero además lo que quizá valga la pena ‘poner en tela de juicio’ es el propio desempeño, como esposo o amante de aquellos que tanto se quejan de la ‘falta de ganas’ de su pareja. Por eso, antes de hablar y culpar a la mujer, es conveniente primero que el hombre se autoanalice y así poder dictaminar sobre su propio comportamiento sexual.

 
 
Quizá nuestra sociedad en general y nuestra cultura latina en particular, tenga el prejuicio según el cual a todo varón le corresponde el papel de siempre estar dispuesto, de siempre tener ganas, de nunca desperdiciar una oportunidad; en tanto que a la mujer, el rol que se le ha impuesto es el de reprimir sus deseos, satisfacciones y fantasías sexuales, por falsos pudores o para evitar que el macho, que duerme en la misma cama, piense mal de ella y la tilde de una cualquiera, cosa que irónicamente, muchos en secreto desean tener.

Desgraciadamente este modelo de pensamiento y actitud, por siglos fue instaurado por la mayoría de las religiones, es decir que la mujer no debe expresar entusiasmo o satisfacción y mucho menos palabras, gritos o gesticulaciones ya que esto sólo lo hacen las prostitutas o las ninfomanas. Y aunque los tiempos cambian y actualmente ya se puede ser más expresiva, todavía hay muchas mujeres que no expresan sus deseos, fantasías o satisfacciones por temor a ser reprobadas lo cual ocasiona, como es lógico, cierto desinterés por el sexo.

De hecho, la mujer siente tantos o más deseos que el hombre de tener relaciones, pero relaciones sexuales que la satisfagan, porque cuando esto no sucede, cuando ella es simplemente el receptor de un macho que torpemente, ya sea por falta de experiencia, poca consideración hacia ella estúpidamente egoísta que sólo piensa en él y en su satisfacción y que por lo mismo rápidamente termina su acto, precisamente cuando muchas pierden ese deseo y ¡claro! ponen una y mil excusas para no querer tener relaciones. También existe el caso de la mujer que es soporte económico del hogar que tras la jornada de trabajo, al llegar a casa debe revisar tareas, preparar la cena, lavar, planchar, arreglar lo del día siguiente incluyendo al marido, los hijos y ella misma, etc., en tanto que el ‘apasionado’ esposo o compañero quiere que ella, como flor al amanecer abra sus pétalos ante las caricias del macho. Pero eso no es posible, porque estas mujeres preferirían tal vez cambiar el acostumbrado horario nocturno del sexo en que se encuentran sencillamente extenuadas, por unos cuanto minutos de paz y tranquilidad así como de un reconfortante sueño. En suma se puede decir que, salvo por alguna enfermedad o un determinado y específico problema, tanto el hombre como la mujer tienen el mismo deseo sexual, pero a diferencia de ellos, ellas por lo general tienen muchas, muchísimas más actividades tanto físicas como emocionales y si a eso se le suma la incomprensión, la falta de tacto, de motivación e incluso, en muchas ocasiones la falta de satisfacción sexual, eso ocasiona que aparentemente la mujer tenga ‘menos interés’ en el sexo, cosa que como se dijo anteriormente, es totalmente falsa y errónea, pero que sin embargo es la bandera con la que muchos hombres “cubren” sus deficiencias en el campo del sexo y la sexualidad.

El top ten de las preocupaciones de las mujeres sobre el sexo

La ansiedad por lograr una actividad sexual placentera siempre había sido privativa del territorio masculino, pero las mujeres hace tiempo que se han apuntado a la carrera, y esto ha hecho que el sexo se ha convertido en otra causa de estrés, en lugar de ser una práctica para conseguir intimidad y placer con la pareja.

Veamos cuál es el top ten de las preocupaciones sobre sexo de las mujeres:

1.-Nunca he llegado al orgasmo con el coito. Es el problema sexual femenino universal . Algunos estudios apuntan que un 75 por ciento de las mujeres no consiguen el orgasmo con la penetración, y otro 15 por ciento no lo consigue nunca, de ninguna manera. De hecho, hasta hace poco se cuestionaba la existencia del orgasmo vaginal.

Si estás en el 25 por ciento de las mujeres que alcanza habitualmente el orgasmo puedes considerarte afortunada. Pero si no es así, el primer paso es quitarse de la mente la idea de que el orgasmo es una leyenda urbana, que no existe o que no es para ti. También hay que dejar de pensar que es la única forma de disfrutar. El consejo de los sexólogos es relajarse y disfrutar con otras técnicas de la intimidad de la pareja, seguramente el día menos pensado te sorprenderá un orgasmo.

2.- No luzco bien desnuda. La imagen corporal es un elemento clave de la autoestima e impacta directamente en la vida sexual. De acuerdo con las investigaciones de la doctora en Psicología Jennifer Haststein, aproximadamente el 61 por ciento de las mujeres está pensando en cómo lucirá su cuerpo desnudo en medio de una jornada de sexo. En 2011 un estudio de Fitness Magazine reveló que el 51 por ciento de las mujeres renunciaría un año al sexo por estar delgadas durante ese año.
Sobra decir que sentirse poco atractiva (y evitar posturas que crees que no favorecen tu aspecto) es un tiro de gracia para las ganas y la disposición de tener sexo. Para estos casos, los terapeutas desaconsejan forzar la máquina e intentar tener sexo aunque no apetezca demasiado. En su lugar, los expertos creen que es mejor hacer algo que te haga sentir sexy, quizás clases de yoga, salir una noche con amigos o regalarte un buen masaje. El placer siempre mejora la autoestima y la confianza en uno mismo.
Un buen amante sabrá esperar a que llegue el momento, así que no te sometas a presiones que serán a largo plazo contraproducentes.

3.- No tengo una vagina «normal». Este sentimiento erosiona la confianza sexual y lleva a muchas mujeres directas al quirófano, guiadas por dudosos criterios estéticos o de lo que es normal o déjà de serlo. Dicen que la culpa es de la industria del porno que ha creado una imagen concreta de “vagina deseable” como un canon estético más al que deberíamos someternos sin chistar.
Leer Tipos de pene y vulva.

4.- Soy mala en la cama. Es cierto que el sexo mediocre no es divertido para ninguna de las partes implicadas. Pero antes de disponerte a cargar con todas las culpas, ten en cuenta que el buen sexo tiene mucho más que ver con cuanto de compromiso por dar y disfrutar haya en las dos partes que con acrobacias o técnicas sexuales.

El mal sexo puede tener varias causas. Por ejemplo, no estar cómoda con tu pareja o que estés en un proceso de aprendizaje sobre las cosas que te gusten y te excitan. En cualquier caso, con la persona adecuada y un poco de experimentación todos podemos ser estelares en la cama. Es una cuestión de construir confianza e intimidad con la otra parte, y por supuesto, como en cualquier otro ámbito de la vida, la práctica hace la excelencia.

5.- Me aburre el sexo con mi pareja. Contrario a la creencia popular, las parejas casadas reportan tener sexo más frecuentemente de lo que se cree y mayores niveles de satisfacción sexual que los solteros o las parejas que no conviven. Esto puede ser una muestra de que el sexo dentro de una relación estable no tiene por qué ser monótono. Y en algunos casos, puede ser el mejor sexo posible. Hay un nivel máximo de intimidad y comodidad. Además ambos se conocen y saben muy bien lo que quiere el otro.
Es cierto que el deseo sexual en las mujeres decrece gradualmente cuando están en una relación larga. Si es ese tu caso, o mejor es tratarlo abiertamente con tu pareja y probar nuevas cosas que te abran el apetito sexual.

6-. No tengo ganas. Si ese es tu problema, no estás sola. Una entrevista realizada en 2008 con más de 30.000 mujeres encontró que era un problema bastante frecuente, incluso en la franja de edad comprendida entre los 18 y 44 años.
Es importante que no te sientas culpable. El bajo nivel de deseo sexual puede ser una consecuencia del consumo de determinadas píldoras anticonceptivas, de la falta de sueño o de algunos antidepresivos. Si no estás segura de qué puede estar afectando tu deseo sexual, es conveniente que hables con tu ginecólogo. La buena noticia es que hay varios métodos para estimular la libido.

7.- He tenido demasiadas (o muy pocas) parejas sexuales. Algunas personas han experimentado diferentes tipos de sexo, y otros solo han tenido un tipo de experiencia sexual. Esto quiere decir que lo que es normal para unos no tiene que serlo para otros. Lo ideal es crecer a partir de la propia experiencia sexual y no someterse a nada por obligación, solo para complacer a tu pareja. El sexo es cosa de dos.

8.- Tengo una enfermedad de trasmisión sexual (por ejemplo, un herpes genital). Es un tema peliagudo de tratar con una pareja potencial, pero hay que hacerlo. Y n tiene por qué ser una sentencia de muerte para tu vida sexual. Tu puedes sentirte estigmatizada por tu problema, pero quizás sea más tu actitud que la realidad y el comportamiento del otros contigo. Si estás nerviosa, lo mejor es buscar ayuda. Pero nunca consideras la posibilidad de engañar al otro.

9. Ya no tengo vida sexual (ni creo que vuelva a tenerla). Si tienes la impresión de que a tu alrededor todo el mundo tiene orgasmos múltiples y locas noche de pasión, mientras tú te consumes en un limbo sexual, recuerda las estadísticas que hablan de que la mitad de la población considera que no está satisfecha con su vida sexual. Si estás pasado tu particular travesía del desierto, recuerda que todos han pasado por ahí antes que tú. Relájate y espera a estar en una mejor disposición para el amor.

10.- Me excitan cosas que realmente no querría hacer en la vida real. Los terapeutas insisten en comparar el sexo femenino con los mandos de un avión, sofisticado, complejo y con un montón de misterios. Mientras el masculino se compara con las marchas de un coche, mucho más sencillo de conducir. Se sabe que la capacidad de excitación de las mujeres es más fluida que la de los hombres y que puede excitarse con una variedad de estímulos. Por otra pare, los terapeutas advierten de que en cuestiones de sexo muchas veces el cuerpo y la mente no se ponen de acuerdo.

Por ejemplo, si tienes una fantasía de dominación sado maso que no se aviene con tus valores feministas, no montes un drama con ello. Recuerda que el deseo no es racional ni lógico ni moral, y mucho menos políticamente correcto.







 

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