¿Hablas de Sexo?
Hablar es una actividad que hacemos diariamente.
Conversar con el otro, especialmente cuando hay afecto, puede ser, a veces, una tarea un poco difícil. Y ni pensarlo cuando el tema afecta nuestros mundos más íntimos. Hablar de sexo es, sin dudas, un arte.
En lo que se refiere a las conversaciones de pareja, hay que saber decir y aprender cómo decir las cosas, porque tanto las palabras como los gestos comunican. Por lo general, la comunicación no se da en forma espontánea. Hay que saber cómo expresarse, cómo establecer un diálogo sin recriminaciones y expresar lo que deseo porque quien tenemos enfrente no puede adivinarlo.
Por supuesto, es muy importante el interlocutor que tenemos enfrente. A la hora de hablar de sexo, no es lo mismo con un niño pequeño, un adolescente o con la pareja. La conversación en serio nos lleva a mejorar las relaciones sexuales porque la sexualidad abarca más que el dormitorio. Es también poder decir me encanta que hablemos a la mañana o que hagamos el amor más seguido o los besos en el cuello, por ejemplo.
El problema de hablar en serio con la pareja es que, muchas veces, manejamos conceptos distintos del sexo y los mitos son muy frecuentes, y esto puede generar malos entendidos. Hay que saber que la respuesta sexual es distinta en hombres y mujeres, y que el arte de la seducción es indispensable. Por eso, se es mejor amante cuando se logra entender la necesidad de quien se tiene enfrente.
Tampoco sirve hacer del diálogo una regla, pero sí es necesario introducirlo a la pareja como un condimento más. El diálogo reafirma y confirma la presencia del otro con actos y gestos. Preguntar y escuchar la respuesta modifica la disposición y se abre un espacio para enriquecer el encuentro posterior además de cuidar al otro.
Pensamos que se trata de algo natural y por eso nos cuesta tanto hablar en serio de sexo, pero tenemos que saber que naturalmente el deseo va desapareciendo. Es necesario probar distintas cosas, conocerme y conocer al otro y dejar de lado el ‘de eso no se habla’. “Decir sin ofender, hablar más”, invita.
Pero, ¿cuál es el mejor momento? ¿Y cuál el mejor lugar? Los especialistas explican que el diálogo tiene que salir de la habitación. “Habría que hablar de sexualidad fuera de la cama, en un bar romántico y sin niños para saber qué le gusta al otro, que se podría volver a hacer o qué cosas nuevas podríamos experimentar. Tiene que haber un ida y vuelta, pero sin reproches”.
En general, hay muchos mitos alrededor de las relaciones sexuales: los hombres piensan que no pueden decir que no y las mujeres no expresan lo que más les gusta. En la sociedad actual hay hiperinformación que ha logrado desinformar: En muchos casos, hoy los hombres y mujeres se erotizan con el afuera, con lo que ven, pero entre ellos no hay erotización. Estamos en una sociedad hipersexuada y poco erotizante en la que no es necesario usar la imaginación porque todo lo tenemos enfrente”.
Uno está atrapado entre las posibilidades que existen, por un lado, y la falta de información, por el otro. Hay que abrir al diálogo en forma honesta y en privado, en la pareja y entre padres e hijos”. Todos tenemos ganas de saber”.
Si hablar con los amigos de problemas sexuales fuera más normal
Es en el círculo de amigos donde parece que existen más barreras.
Aun cuando es posible que sí hablemos sobre relaciones pasajeras o contemos las típicas “batallitas”, es más complicado que nos sentemos a hablar con un amigo sobre un problema sexual con la pareja.
¿Por qué? Quizá porque sea incómodo o “inapropiado”, o quizá porque, en un nivel más social, los problemas sexuales tienen connotaciones de fallo y de incapacidad que generan mucha ansiedad en las personas.
A veces son vistos como señales de debilidad y de poca masculinidad.
Debemos rechazar por completo estos estigmas y ser capaces de expresar nuestros problemas con nuestros amigos, lo que nos ayudará mucho a generar posibles soluciones, a quitarnos pesos de encima, a ver que no es para tanto e incluso a observar que podemos compartir ciertas situaciones.
La importancia de hablar del sexo en el ambiente familiar
En cuanto a la familia, quizá el cerco se cierre un poco más.
Es cierto que, en cuanto a comunicación sobre sexualidad, se ha avanzado mucho en el ámbito familiar: la mayoría de jóvenes (sobre todo mujeres) de entre 18 y 25 años habla de sexo abiertamente con alguno de sus padres.
En este rango de edad la mayor preocupación suele ser las enfermedades de transmisión sexual, aunque en la adolescencia ya se debe hablar de ciertos temas.
Hay que entender que es muy probable que hablar de sexo con tu hijo sea embarazoso para él, por lo que conviene que permitas que se exprese libremente, sin presionarle ni incomodarle aún más.
Crea un clima en el que puedan preguntar y en el que tú también puedas, así como responder dudas y reaccionar de forma positiva ante una respuesta inesperada.
Puedes aprovechar noticias o series de televisión para iniciar ciertos temas.
No intentes sermonear ni intimidar a tu hijo, ni intentes explicar todo (quizá haya cosas que no sepas responder); y, sobre todo, respeta su expresión y su intimidad, no siendo demasiado entrometido.
Recuerda: la comunicación sexual es muy útil y muy importante en todos los ámbitos de tu vida, y también es esencial saber qué decir y cómo expresarlo.
Cómo hablar de sexo con un hombre?
Muchas mujeres sienten pudor o incomodidad al poner el tema sexo sobre la mesa. No saben cómo encararlo, ni qué palabras usar, ni en qué momento. Para algunas parejas es una zona de riesgo, una cuestión sensible, y muchos tabúes nos llevan a evitalo y hasta a temerle.
Pero esa dificultad se puede desterrar. Las parejas que hablan regularmente sobre sexo canalizan y disfrutan más de sus encuentros sexuales y pueden ir aprendiendo el uno del otro para convertirse en mejores amantes.
Empecemos por saber que les pasa a muchas. Más de una vez, el tema genera tensión y hasta puede desencadenar discusiones y malestar, ya sea porque tu compañero se incomoda, se enoja, se inhibe, se preocupa o porque te cuesta decir con honestidasd qué te pasa a vos con el sexo. Hablar de sexualidad los enfrenta a un nivel de intimidad que no siempre es fácil de transitar.
Hombres, mujeres, dos mundos
Para cualquier tema, los hombres y las mujeres somos bien diferentes a la hora de encarar un diálogo. Las mujeres son de hablar y compartir más lo que nos pasa y nos gusta y, como mujer, desean que su compañero nos hable, nos diga qué le pasa, qué siente, una tarea que a veces parece un imposible.
Cuando el tema que nos toca es sexo, la cosa se complica aún más, porque el hombre no siempre tiene ganas de contar ni de escuchar. Y ahí comienza el problema, ya que muchos varones luego escuchar que algo «no» te gusta en general deja de escuchar, se siente dañado en su autoestima y se empieza a criticar, a juzgar y a castigar por no ser el perfecto amante para vosotras.
Muchas mujeres coinciden en que estas «confesiones» salen caras. En charlas y talleres aseguran que al plantear a sus parejas que algo no les gusta o que preferirían un cambio en algún aspecto, el diálogo se rompe (y se rompe a pesar de repetirles que disfrutan muchísimo la intimidad con ellos). Es casi inevitable: ni bien escuchan algo vinculado a la insatisfacción o un pedido de algo diferente, el varón se enoja y se cierra.
Como la situación se repetía casi calcada, quiero proponerles un pequeño cambio en la manera que expresamos nuestro displacer sexual. Tal vez, empezar por revisar el comienzo de la frase: «no me gusta que…»
¿Por qué no empezar por enfatizar en el placer, lo que te gusta, lo que disfrutas, lo buen amante que sentís que es, lo bien que te sentis cuando hacés el amor con él? No se trata de olvidar ni de minimizar lo que no te gusta, sino dejarlo para una segunda etapa del diálogo: plantear lo que necesitás o quereis como un agregado a todo lo que ya disfrutas con él.
Sexo «sobre la mesa»: algunas recomendaciones:
Primero, es importante ponerse de acuerdo cuál es el mejor momento para conversar. Para algunas parejas el momento posterior al sexo es el mejor, porque se encuentran relajados y con la información a flor de piel. Para otras, el post-sexo es un momento de relajación y es el peor para conversar. Por eso, con disimulo, preguntale cuál sería el mejor momento para él para hablar sobre cuestiones íntimas y juntos lo vais a encontrar.
Se pueden usar algunos disparadores. Hay libros, sitios de Internet y otros materiales didácticos que ayudan a facilitar el diálogo.
Siempre que hables de sexo con tu pareja intentá hacerlo hablando sobre ti: utilizá el «yo» y tratá de no culpar a tu compañero por tus respuestas sexuales. Hablar de sexo con tu compañero es sano y liberador. Y podés arrancar contando que no te resulta fácil, que te pone incómodo, y así dar el primer paso para iniciar una buena comunicación a futuro, con sinceridad y simplicidad.
Además, el sexo también se puede hablar sin palabras. Si te cuesta, si la pareja no está preparada, podés empezar por mostrarle, en la cama, de qué manera te gusta, qué sí, qué no, y conducirlo. La piel también habla.