¿Te gusta mirar?
Se llama voyeurista (pronunciado voyerista) a aquella persona que buscan alcanzar la excitación sexual observando a otras personas desnudas o, mayoritariamente, practicando algún tipo de acto sexual. El término deriva del verbo francés «voir» (ver), aunque en castellano siempre ha existido una palabra más acorde a nuestra lengua: mirón.
El voyeurismo podría llegar a ser parafílico si el mirón sólo lograse excitarse sexualmente de esta manera. Igualmente, en algunos países el voyeurismo está penado si el practicante alcanzase sus metas espiando a otras personas sin el consentimiento de éstas. Incluso en muchas culturas, el voyeurismo se asocia irrefutablemente con el acto de espiar. El mirón observaría siempre escondido, alcanzando altas dosis de excitación no sólo por el hecho de mirar a otros desnudos o en plena faena sexual, sino inclusive por sentir el peligro de poder ser descubierto en semejante actividad.
Sin embargo, podríamos decir que casi todas las personas tienen un punto voyeurista. No porque a todo el mundo le guste espiar a otros mientras copulan o guarrean, sino porque a un gran número de mujeres, y a casi la totalidad de los hombres, de continuo o en alguna ocasión gustan de ver a hombres y mujeres desnudos, o practicando actos sexuales (según la orientación sexual de cada persona). Incluso podría asegurarse que, por tal motivo, existe la pornografía. El auge de internet ha logrado que ésta sea alcanzable a todas las personas y en todos los niveles sociales. Según algunos estudios estadísticos, la palabra «sexo» sería la más buscada en internet, con 68 millones de búsquedas de pornografía al día. Las páginas pornográficas en la red superan los 400 millones, visitadas por más del 40 % de los usuarios que hacen uso de internet cada jornada.
Muchos autores sin embargo discrepan a la hora de considerar el hecho de ver pornografía como un acto voyeurista. Para muchos, un auténtico mirón no sería el que se conforma con observar a través de la pantalla. Para ser un auténtico voyeur, habría que mirar en real. Incluso los más ortodoxos sólo consideran voyeur al que espía. Si se quiere mirar, pero con consentimiento y sin tener que esconderse, tendríamos entonces que contar con otra figura: la del exhibicionista. Mientras que al voyeur le excita ver, al exhibicionista le pone ser mirado. Incluso algunos exhibicionistas también desean excitarse enfrentándose al peligro de ser pillados mientras se muestran desnudos o mantienen relaciones sexuales en enclaves públicos o en lugares que conllevasen ese riesgo.
Para los voyeurs «legales» existe un mercado adaptado a sus necesidades. Muchos sex-shops cuentan con cabinas desde las cuales el espectador poder observar un striptease o espectáculo, pudiendo masturbarse sin que parezca que el exhibicionista sepa de su presencia. Son los llamados peep shows. Los espectáculos sexuales forman parte también en muchas ocasiones como colofón de actuaciones discotequeras, fines de fiestas veraniegas, o la línea vertebral de ferias dedicadas a la industria del porno.
Pero posiblemente el mirón que más disfruta es el que dispone de un espectáculo para él solo, cuando conoce a una pareja a la que le gusta exhibirse. Unos gozan mostrándose, sabiéndose deseados. El otro, goza viendo a otros disfrutar entre sí, excitados al sentirse observados. Puede que incluso el mirar y el ser mirados termine cuando todos se unan a la fiesta.
Y a ti, ¿te gusta mirar?
Vídeo CircleJerkBoys – Cum One, Cum All
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Vídeo El Juego de la botella – Voyeur sex
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